Diez cursos ya


PARECE QUE FUE AYER cuando me dijeron que tocaba hacerse cargo de la biblioteca en este instituto recién abierto que, por no tener, no tenía ni nombre, y que se denominaba, como en una novela policiaca,  El Número Seis.

Recuerdo que cuando abrí por primera vez la puerta, en lugar de una sala me encontré con un almacén atestado donde recalaba todo el material que iba llegando al Centro, y que se dejaba allí en espera de un sitio mejor. Era como la tela de Penélope, pues no dábamos abasto a sacar trastos cuando dos días después estaba otra vez lleno. Por eso nos costó tres meses dejarlo expedito para poder colocar las sillas y las mesas.

Después, claro está,  llegó el vacío cósmico: las estanterías chillaban de tanta vaciedad. Pregunté que con qué presupuesto contaba la biblioteca para empezar, y me respondieron que con ninguno. Así que, poco a poco, con mucho tesón, sisando de aquí y de allá, fuimos capaces de irla poniendo en pie.

En todo este tiempo muchas personas han pasado por la biblioteca y colaborado para que sea lo que es ahora. Mi agradecimiento a todas ellas. Pero quiero mencionar en especial a Eva y Gloria, que durante nueve cursos encontraron huecos en su labor de administrativas para confeccionar carnets, editar tejuelos y catalogar varios miles de libros. Este año os habéis marchado, pero vuestra tarea constante y desinteresada queda como testimonio de altruismo y generosidad.

Va por vosotras.

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