Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor,
y el jardinero se fue
por esos mares de Dios.
Cuando me preguntáis por qué me marcho del instituto suelo acordarme de estos versos de Machado. Siempre os he animado que seáis curiosos, a que arriesguéis y no os acomodéis a lo fácil. Sería necio por mi parte no practicar con el ejemplo. Me llena de orgullo y satisfacción (sic) haber ayudado a poner en marcha el IES Nº 6, actual Sierra de Santa Bárbara: saber que el verde de los árboles que plantamos con nuestras manos os saluda cuando acudís al Centro, o que os resulta útil la biblioteca que tanto costó montar son cosas que para mí no tienen precio. Sin embargo, los años huyen deprisa; durante diez cursos habéis pasado promoción tras promoción, y eso le hace a uno sentirse cansado y viejo. Necesito ser otra vez el nuevo en algún sitio, aunque eso me suponga renunciar a tantas caras conocidas y a la gente que me aprecia y valora mi trabajo.
La vida es así, unos vienen y otros se van. Sin embargo, algo queda: yo me marcho más rico de lo que llegué porque he tenido el privilegio durante estos años de ser vuestro profesor. Tened por seguro que de cada uno he aprendido algo, y que de todos me llevaré un recuerdo, aunque sea pequeñito, para el juego infinito de la existencia.
La vida es así, unos vienen y otros se van. Sin embargo, algo queda: yo me marcho más rico de lo que llegué porque he tenido el privilegio durante estos años de ser vuestro profesor. Tened por seguro que de cada uno he aprendido algo, y que de todos me llevaré un recuerdo, aunque sea pequeñito, para el juego infinito de la existencia.
Porque, sinceramente, no creo que haya ningún otro trabajo que te permita asistir al milagro inaudito de ver cómo, año tras año, los niños se transforman en jóvenes y éstos en hombres y mujeres. Se trata de un don enorme, y no lo cambiaría por nada del mundo.
La gente suele decir que esta profesión debe ser vocacional. Sé que lo que voy a decir no es para contar, pero lo hago: yo entré en ella poco menos que obligado, porque de algo había que vivir. Sin embargo, me enamoré enseguida, y ahora no la cambiaría por ninguna otra en el mundo. La culpa la tuvo el extraordinario caudal humano que descubrí en las aulas. En otras palabras: vosotros. La enseñanza me cambió la vida para bien, y si soy el que soy ahora es porque tuve la inmensa suerte de hacerme profesor.
Por todo ello quiero deciros que me alegro de haberos conocido, y que os deseo lo mejor en la amplia existencia que tenéis por delante.
Mientras tanto, mientras queráis, seguiré siendo vuestro profe.
La gente suele decir que esta profesión debe ser vocacional. Sé que lo que voy a decir no es para contar, pero lo hago: yo entré en ella poco menos que obligado, porque de algo había que vivir. Sin embargo, me enamoré enseguida, y ahora no la cambiaría por ninguna otra en el mundo. La culpa la tuvo el extraordinario caudal humano que descubrí en las aulas. En otras palabras: vosotros. La enseñanza me cambió la vida para bien, y si soy el que soy ahora es porque tuve la inmensa suerte de hacerme profesor.
Por todo ello quiero deciros que me alegro de haberos conocido, y que os deseo lo mejor en la amplia existencia que tenéis por delante.
Mientras tanto, mientras queráis, seguiré siendo vuestro profe.
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